“Para saber entrar, hay que saber salir” decía César Luis Menotti, sabio DT de la selección nacional.

Cuando vamos a un cine o a un teatro, estamos preparados para disfrutar. Elegimos una película o una obra que nos atrae y nos disponemos a pasar un muy buen momento, relajados y felices.
Pero en todos los cines y teatros vamos a ver unos cartelitos luminosos que dicen “Salida” o “Salida de emergencia”.

Pocas veces le prestamos atención a dichos carteles, pero va a ser fundamental que los tengamos en cuenta en caso de alguna situación imprevista que ponga en peligro nuestra integridad, como por ejemplo un repentino incendio. Y por eso es bueno que de entrada, cuando ningún peligro parece acechar, sepamos que la posibilidad de salir repentinamente existe y donde está.

Por más buena, atrapante y espectacular que esté la película nadie se empeñaría en quedarse atornillado al asiento cuando ve que una parte del cine se está prendiendo fuego y el humo le está comenzando a dificultar la respiración.

Algo similar hay que tener en cuenta en los comienzos de las relaciones de pareja.

Cuando nos enamoramos, nos solemos cegar. Cuando la otra persona nos encanta físicamente y ni hablar si tenemos con ella buen sexo y en los comienzos sentimos haber encontrado el amor de nuestra vida, nos pegamos a su lado y no nos sacan ni con removedor.

Y es posible que de repente comencemos a tener claras señales de que esa persona cambió. O no nos dimos cuenta que nunca fue como creímos. Pero el enamoramiento, la ilusión inicial, no nos permite ver esas señales con claridad y si las vemos no estamos preparados ni por casualidad para levantarnos y tomar la salida de emergencia.

Mantenerse en esa relación sería algo así como decir “La película está tan buena que aunque se prenda fuego todo yo de acá no me muevo”.

Las peores personas que podés encontrar, son personas que tienen la habilidad de “manipular” para hacerse pasar por ángeles bajados del cielo para cumplir tus necesidades emocionales y tus fantasías sexuales.

Por supuesto que nadie va a dejar una relación por ser demasiado buena de entrada y tener sospechas de haber caído en manos de una persona manipuladora, pero el problema viene cuando esas señales empiezan a ser claras. Cuando en esa relación ya no la estás pasando bien porque esta persona de e poco comienza a provocarte celos intencionalmente, a maltratarte, a criticarte, a ignorarte, etc.

“Para saber entrar hay que saber salir”.

Siempre que comiences una relación que parece perfecta, por supuesto disfrutala, pero así como prestás atención a las salidas de emergencia, justamente por si se diera el caso que tenés que usarla, tené en cuenta que si la cosa se pone realmente fea, de esa relación también hay que salir.

No nos podemos quedar con la imagen inicial de algo que luego no fue como deseábamos. De algo que “claramente” no está resultando como debería. En primer lugar porque los daños a medida que vaya pasando el tiempo, pueden ser muchísimo peores.

Y en segundo lugar porque una relación es para “Disfrutarla”. Si en lugar de disfrutarla comenzamos a sufrirla, hay que tomar la salida de emergencia.

Y cuando antes, mejor.

VAMOOOOOOOOOO!!!!

 

 

 

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